04 noviembre 2007

La selectiva memoria histórica

Anoche en el debate de La Noria sobre la Ley de la Memoria Histórica decía Jordi Gonzalez que a este tema solo le quedan cinco meses de actualidad, es decir, hasta las próximas elecciones. Mientras eso ocurre o no ocurre todos los debates que he visto sobre el tema concuerdan con la división de opiniones de la calle, según se favorezca a la izquierda o a la derecha cada lado arrima el ascua a su sardina victimista. Ambos defienden sus teorías y conocimientos, más o menos históricos, y ambos soslayan el enfrentar las tropelías cometidas por su bando. Por algo la memoria es selectiva.

Tan selectiva que siempre que se menciona el talante de la transición española como un hecho político que sorprendió al mundo, que debería seguir vivo, nunca se habla del hecho de que en aquel momento lo que todos querían ¡todos! era el fin de la dictadura y una vuelta a las instituciones democráticas. Ese era el objetivo común por el que se trabajaba. Uno ha de suponer que se hubiera pactado con el diablo para conseguirlo, reconocimiento del partido comunista incluido y presentación en sociedad de Santiago Carrillo por parte de ¡nada menos! que Fraga Iribarne. Desde que se estabilizó la democracia los diferentes partidos luchan por conseguir sus propios objetivos y la realidad se ve desde ese prisma, que incluye, evidentemente conseguir votos y ganar elecciones.

El resultado es que cuando terminan los debates me vienen a la memoria las peleas infantiles que acababan con "y tu más", cuando la reconciliación o el perdón quedaba lejos de conseguirse.

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