03 agosto 2008

Percepción, daño y duelo

Lo que me preocupa no es el daño que puedan hacerme a mi, ya que creo que la persona debe experimentar las circunstancias en las que le ha tocado vivir pero al mismo tiempo ella sola es responsable de lo que decida hacer cuando se presenten. Es por esto que lo que me preocupa de verdad es el daño que pueda hacer yo sin siquiera ser consciente de ello, quiero decir, el daño ocasionado por mi propia ignorancia porque de ella tambien soy yo la única responsable.

Los pensamientos afloran con frecuencia inesperadamente, uno no es dueño de ellos en realidad, pero si lo es de las reacciones, y de las palabras, que vengan después y son éstas las que pueden hacer daño a otros antes mismo de haber tenido la oportunidad de observar cómo o por qué surgieron.

Dicen los budistas que la vida es imperfecta, que la insatisfacción y el sufrimiento existen y que son universales pero no creo que haga falta ser budista para constatarlo. Al observar a veces tengo la sensación de que las personas pasamos más tiempo en estados de insatisfacción o dolor que en estados de alegría o felicidad y que todo depende de la forma en que percibimos lo que vemos, como creemos que es, y cómo creemos que debería ser. En definitiva, que el estado de ánimo depende bastante de la forma de pensar.

Si creo que haciendo algo en particular alcanzaré algún logro o algún objeto, es posible que me decepcione o que me frustre si no lo consigo. Y si espero que la compañía, el apoyo o la fidelidad de alguna persona o el conseguir un entorno propicio me lleve a una satisfacción permanente puede que me lleve alguna sorpresa desagradable tarde o temprano porque estoy centrada en mi yo y mi yo en realidad solo existe en mi mente y solo yo sé de su fragilidad o de su vulnerabilidad cuando sufro o de su fuerza cuando estoy alegre, porque nada es permanente en la naturaleza y el bicho humano es tan cambiante como pueda serlo cualquier otro fenómeno natural.

El resto del mundo solo ve mi persona y la impresión que surja de lo que ve depende de diferentes factores, entre otros su propia percepción de lo que ve y de cómo lo interpreta su cerebro, oculto en la oscuridad de su cabeza. A su vez la percepción depende de numerosos factores, entre ellos el propio estado de ánimo. Si le diera la vuelta a este pensamiento lo que yo veo de los demás es el resultado de mi propia percepción por lo que sería fácil que mi cerebro interpretara erróneamente como es su yo y que por ello actos o palabras que para mi tienen un significado tenga otro bien distinto para ellos, lo que podría redundar en conflictos tanto con uno mismo como con los demás, sin que por ello haya habido mala fé, deseos inconfesables de hacer daño, o percepciones disparatadas de la valía propia o de la del otro.



Creo que si tuviéramos la oportunidad de entrenar la mente para ver la realidad tal cual es, como quien se entrena para practicar un deporte, o como quien afina cuidadosamente un instrumento musical antes de empezar a tocar, conseguiríamos estar más cerca de vernos y de ver a otros con mayor ecuanimidad y compasión y quizás evitaríamos conflictos innecesarios.

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4 comentarios:

Genín dijo...

Seria genial entrenar la mente para tener percepciones realistas de los actos o el pensamiento nuestros y de los demás.
No se si en disciplinas como la Psicología o la Psiquiatría es posible este tipo de entrenamiento, supongo que si. Deberían enseñárnoslo en la escuela, desde pequeños, evitaríamos sufrir y hacer sufrir en gran medida.
Besos y salud

Maria dijo...

Efectivamente Genin, ambas disciplinas se ocupan de ayudar a la gente a percibir la realidad objetivamente pero hay ocasiones en las que la propia percepción se nubla por diferentes razones y solo el tiempo se encarga de "desfacer el entuerto". No en vano decimos por ejemplo que "el amor es ciego" o que la ira o el miedo cegó a alguien. Algunas emociones tienen esa característica.

Anónimo dijo...

Hola María, no sé la razón, pero me aparece este post del pasado agosto como nuevo.

Como siempre, abordas una cuestión muy interesante: la percepción de la realidad.

Veo muy complicado -salvo en los extremos- discernir entre lo subjetivo y lo objetivo.

Cada individuo tiene una especie de "libro de instrucciones" para conducirse por la vida.

Existen muchos fabricantes del aparato -el cerebro- y cada uno tiene un manual distinto.

Es lioso el asunto.

Saludos.

Maria dijo...

A mi tambien me ha llegado como nuevo Enesto. No tengo ni idea que andarán haciendo los de google que todas sus cosas andas descabaladas y saltan errores cada pocos minutos. En cualquier caso muchas gracias por darte una vuelta por aqui y comentar de todos modos.

Cada cerebro, como dices es un mundo. Y ahora más; desde que hemos aprendido que va cambiando según el uso que le demos no te quiero ni contar (vamos que ni con manual, je je). Un beso.