16 agosto 2007

El Sella se está convirtiendo en un vertedero

Siempre que me sea posible prefiero observar al mundo sin involucrar mis sentimientos. Procuro no airarme, no pensar en los temas que puedan provocar un estado de indignación que al fin y a la postre solo va a afectarme a mi y a mis energías vitales, esas que hacen que la vida continue lo más alegremente posible. Sin embargo cuando leo los periódicos cada mañana el esfuerzo para continuar siendo un mero espectador del discurrir de la vida se hace un poquito más difícil si la noticia revela la mala educación, los modales abusivos de gente sin conciencia que no respeta nada.
Hoy es el caso con esta noticia que David Rodriguez, un colaborador de la sección Yo Periodista que publica El País.

"Aunque a tenor de la imagen puede parecer que el río está limpio, escribe David Rodriguez, el fondo del mismo estaba repleto de latas de cerveza vacías. Ayer acudí con un amigo a hacer el descenso de uno de los tramos del Sella, el río que se encuentra en ese paraíso de la naturaleza que es Asturias. Sin embargo, según me iba acercando al mismo empecé a ver basura con cada vez más fercuencia, hasta que llegué al río y me encontré con un panorama de los más desolador. El fondo del río está lleno de latas de San Miguel. Y es que una cosa es ir al monte a pasar el día, y otra muy distinta es ir a convertirlo en un vertedero".

Pero no queda ahí la cosa, otro colaborador de este estupendo y recomendable espacio de El País debió quedarse tan de piedra como la iglesia de Santa María del Naranco en Oviedo, el día 9 de agosto de 2007, a las 10:30 de la mañana, al "pescar in fraganti" a un individuo al que se le podría perdonar que no sepa el valor que tienen esas piedras de, pero que sí debería de saber que uno no hace ciertas cosas en edificios públicos y menos si se trata de una obra de arte.
"Un ejemplar ciudadano no aguanta más y, en vez de usar los servicios de cualquier establecimiento cercano, o incluso algún matorral de los alrededores para evacuar -- dice Heredia--decide convertir uno de los muros de la iglesia prerrománica asturiana de Santa María del Naranco en su particular orinal, mientras un grupo pasea tranquilamente por el interior del edificio. En la piedra se ve claramente la marca del chorreón templado que el buen señor deja sobre el Patrimonio Mundial de la Humanidad".
Así de valiente, sí señor. "Desgraciadamente, añade, este individuo está de espaldas en la foto, porque si no sería posible que alguien lo reconociera y pudiéramos así agradecerle adecuadamente su aportación al patrimonio de todos".

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