24 noviembre 2007

Violencia juvenil ¿nos estamos haciendo las preguntas correctas?

Todos los progresos se pagan, dice Boris Cyrulnik. Según este psiquiatra y etólogo el precio de la libertad es la angustia y los adolescentes están angustiados porque no saben quienes son ni que papel ocuparan en la sociedad. "Si un chico o una chica se siente a gusto en la escuela, tiene éxito en sus estudios y aprende un oficio formará parte de los dos adolescentes de cada tres que se benefician de la mejora de las estructuras de la primera infancia, porque la tecnología ha provocado una revolución social tan importante que actualmente la escuela tiene el monopolio de la selección social . "El problema -añade- es que uno de cada tres niños (¡un 30%!) no está satisfecho en la escuela, se siente humillado y no tiene posibilidad de realizarse en otro sitio. Queda entonces abandonado en el barrio, sin trabajo y a menudo sin familia…"

¿Son estos, quizás, los acosadores, los delincuentes del "bullying", los jóvenes violentos de los que se habla todos los días en los medios? Uno de cada tres adolescentes se derrumba ¿Qué hacen estos jóvenes para recuperar su autoestima? Cyrulnik se hace la pregunta y aporta la respuesta: "Realizan actos con los que se ponen a prueba, vuelven a ritos arcaicos de integración, como la violencia, la pelea, las drogas. Los niños de hoy son más inteligentes, más despiertos, pero están más angustiados. En la escuela primaria se les cuida muy bien, pero en la adolescencia se les abandona. La sociedad no toma el relevo de los padres y como consecuencia de cada tres adolescentes se derrumba, por lo general después del bachillerato". Necesitarian estructuras sociales y culturales que les permitieran dar sentido a sus vidas.

¿Quien se hace responsable de los jóvenes violentos? Nada de esto se tuvo en cuenta en '360 grados', el programa de actualidad y debate producido por los Servicios Informativos de Antena 3, que se preguntaba esta semana si hay que ilegalizar a los grupos ultras tras los últimos acontecimientos ocurridos en los que siete personas fueron detenidas en Barcelona y diez policías resultaron heridos. La mesa de debate estaba representada por el PP y el PSOE; Jorge Vestrynge, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense; Rodrigo Gavilán, portavoz de la Confederación Española de Policía; Esteban Ibarra, presidente del Movimiento contra la Intolerancia; las periodistas Isabel San Sebastián y Pilar Rahola y el escritor Juan Adriansens y un joven representante de la juventud que gritaba caoticamente.

Nadie se preguntó cuáles son las necesidades y los problemas de los adolescentes. No había ni un sociólogo, ni un psicólogo, ni el defensor del menor, ni siquiera un maestro y todo se centró alrededor del enjuiciamiento y de la crítica, tanto de las autoridades como de los jóvenes violentos. Y como siempre todos gritando al mismo tiempo.

Ante esta evidente vacuidad ¿Qué pueden hacer estos adolescentes con lo que la sociedad ha hecho de ellos? Cyrulnik dice que para responder a esa pregunta "deberían estar rodeados de estructuras afectivas, de grupos que realicen la misma actividad, de amigos, y sobre todo poder trabajar". Además "se necesitarían más estructuras sociales y culturales que les permitieran dar sentido a sus vidas, estimulando en ellos la creatividad, la palabra, el estar juntos, el impulso hacia los demás. Pero eso no se hace", ni en Francia donde reside Cyrulnik ni en España.

Cuando se trata de cambio climático parece preocuparnos el mundo que les dejaremos a nuestros hijos y nietos ¿como es posible entonces que no veamos lo que les está pasando aqui y ahora? Es como no ver el bosque por culpa de los árboles. ¿Quienes hace pues más tonterias emocionales, los chavales violentos o quienes tienen la oportunidad de analizar la situación y buscar las respuestas y no lo hacen? Apuntar el dedo acusador sin identificar el problema no llevó al programa a conclusión alguna y los espectadores nos quedamos tan vacíos como estábamos.

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