Solo la muerte nos recuerda que no somos nadie...

...en vida, sin embargo, nos creemos mini-dioses cuando en realidad vivimos montados en un planeta que se mueve a 250 kms/seg. de una estrella medianita situada en la parte exterior de uno de los billones de galaxias que, como motitas de polvo, existen en el espacio. Sin embargo muchos seguimos creyendo que somos el centro del universo, el ombligo del mundo, cuando en realidad somos "la última gota de la última ola del inmenso océano cósmico". Y conste que, por intuición, eso ya lo decían los budistas hace un par de miles de años más o menos. Cualquier bacteria ridículamente pequeña podría ser capaz de sobrevivirnos ¿quizás porque son mucho más humildes que los humanos que creen saberlo todo?

Hasta hace bien poco ni sabíamos por qué tomamos unas decisiones y no otras. Quizás ahora, para variar, podremos ir pensando en tomar las que son más apropiadas, aunque nos veamos obligados a cambiar de opinión, algo que nos resulta francamente difícil porque miramos ciegamente al pasado como base de nuestra experiencia mientras seguimos tropezando torpemente con las mismas piedras y repitiendo siempre los mismos hechos de la Historia. Y es que el cerebro utiliza los mismos circuitos para rememorar el pasado que para intentar adivinar el futuro.

Así son las cosas y así funciona el cerebro, pero descubrir por qué somos como somos es la primera pista que tenemos para intentar ser de otra manera y dejar de desaprovechar, tan tontamente como hasta ahora, las posibilidades que tenemos de cambiar como seres vivos. Por esto, y por varios otros motivos, creo que este libro de Eduard Punset es altamente recomendable.

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